El pasado 31 de enero un general español
del Ejército de Tierra asumió por segunda vez el mando de la misión de la Unión
Europea EUTM-Mali. España participa
en la misión desde abril de 2013 y ya estuvo al mando, por primera vez, desde
octubre de 2014 a julio de 2015. Con su mayor implicación en tareas de
adiestramiento y formación, desde junio de 2013 España es el país que con más
efectivos contribuye a la misión. Durante los próximos meses la participación
alcanzará los 292 militares, distribuidos entre la capital maliense, Bamako, en
donde está establecido el Cuartel General Multinacional de la misión, y la
localidad de Koulikoro, en donde está destacado el grueso del personal
encargado de formar y adiestrar al Ejército y, también, a las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad de Mali.
La misión EUTM-Mali, fue aprobada por la Unión Europea en enero de 2013, a
requerimiento del Gobierno de Mali y en la actualidad está integrada por 581
militares, pertenecientes a 28 países, 22 de ellos de la Unión Europea y otros
seis no, siendo uno de ellos africano (Sudáfrica). Se da la circunstancia que
el mandato en vigor finaliza el próximo 18 de mayo de 2018, pero está en
proceso su ampliación hasta 2020, incorporando a sus actuales cometidos el
apoyo al conocido como G5-Sahel, una
fuerza conjunta integrada por Burkina Faso, Chad, Mauritania, Mali y Níger.
El carácter de la misión EUTM-Mali es no ejecutivo, lo que establece que los militares que la componen no
participan en tareas de combate y sí en actividades de formación,
adiestramiento y asesoramiento de las Fuerzas malienses. Durante 2017 el
personal español consiguió formar a 2.100 efectivos. El objetivo es contribuir
a la restauración, bajo autoridad civil, de la integridad territorial del país.
El origen del actual conflicto
Conviene recordar que el conflicto comenzó
con una nueva rebelión tuareg contra el Gobierno de Mali. A comienzos del 2012
las condiciones eran las propicias porque muchos de sus miembros habían
retornado a Mali después de haber participado en la guerra de Libia en el bando
de Gadafi, muerto el 20 de octubre de 2011. El momento era el adecuado ya que,
al descontento generalizado debido a las condiciones de extrema pobreza en las
que vivía la población, consecuencia en gran parte por la grave sequía que
castigaba el territorio, se unió la circunstancia que los tuareg retornados
habían vuelto armados y entrenados en el combate. Otra cosa fue el oportunismo
de los grupos terroristas uniéndose a la “causa tuareg”, luchando por sus
propios intereses.
La rebelión tuareg buscaba la separación
del territorio de Azawad, zona que ancestralmente consideran suya y que
geográficamente une a los tuareg de Mali con los de Argelia, Libia, Níger y
Burkina Faso, es decir, étnica y culturalmente, la verdadera nación tuareg.
El caos nacido del conflicto libio se
exportó por el Magreb y por el territorio del Sáhara… Y aprovechando la
extensión de los territorios y la permeabilidad de las fronteras de la región,
además del terrorismo islámico, prosperaron una gran variedad de actividades
delictivas, de alta rentabilidad, como el tráfico de drogas (principalmente
cocaína procedente de Sudamérica y con destino a Europa), trata de mujeres,
tráfico de órganos, comercio de armas, apropiación y venta de metales y piedras
preciosas, materias primas, tráfico de emigrantes hacia Europa, etc., con lo
cual los grupos terroristas que operan en el territorio se pueden financiar y
seguir actuando, ya más que por motivaciones religiosas, como forma de vida.
La impunidad con la que estos grupos actuaron
en Mali les llevó a lanzar una ofensiva insurgente yihadista sobre la capital,
Bamako, el 11 de enero de 2013, tras la cual, a requerimiento del Gobierno de Mali,
con el apoyo de varios países africanos y también occidentales, bajo el amparo
de la ONU, Francia inició la Operación
Serval con el objetivo de frenar el avance de los grupos rebeldes
islamistas, en su mayor parte ligados a Al
Qaeda. Especialmente se trataba de recuperar el control del territorio de
Azawad que, desde 2012, estaba en manos de grupos yihadistas y de los separatistas
tuareg.
En apenas un mes la Operación Serval consiguió cumplir sus objetivos inmediatos, que
eran: detener el avance y la agresión terrorista en el país, garantizar la
seguridad de la capital, Bamako, y permitir que el Gobierno de Mali recuperase
su integridad territorial. Después de una intervención militar contundente y
decisiva, con la consecución de importantes éxitos sobre el terreno que
incluyeron el profundo debilitamiento de la insurgencia yihadista, Francia dio
paso a la participación internacional en el conflicto, a la que contribuiría
con una dotación de 1.000 soldados.
Como era de esperar y ante la amenaza que
suponía la extensión del terrorismo yihadista en un nuevo escenario, en este
caso, tan cerca de Europa, el resto de la Comunidad Internacional decidió
actuar militarmente sobre el terreno.
El 13 de julio de 2014 Francia dio por
finalizada la Operación Serval y la
reemplazó por la Operación Barkhane,
reorganizando sus esfuerzos contra los grupos yihadistas en la zona del Sahel,
abarcándola en el conjunto del G5-Sahel.
Con ello la ONU se hizo cargo de la situación en Mali, mientras que Francia dio
un paso más en su lucha contra el terrorismo yihadista en la región,
estableciendo cuatro bases regionales repartidas en Gao (Mali), N’Djamena
(Chad), Uagadugú (Burkina Faso) y Niamey (Níger). También dispuso bases
temporales avanzadas, en Madama (norte de Níger), Tessalit (norte de Mali) y
también en el norte de Chad.
El papel de España
Desde el inicio de la Operación Serval y en su continuación, en la Operación Barhkane, hasta la actualidad, España ha colaborado con
Francia en misiones de transporte aéreo con el Destacamento Marfil y también, desde el comienzo, participa en la Operación EUTM-Mali, misión de la Unión
Europea con el auspicio de la ONU.
Por su localización geográfica, España es
el país de la Unión Europea más próximo al conflicto de Mali. Con una estrecha
franja de mar de por medio, España constituye la “puerta de entrada” de África
en Europa y, por tanto, esta circunstancia le convierte en el país más expuesto
a cualquier tipo de ofensiva que pudiese venir desde el norte de África y más
concretamente desde Mali.
Incluso tras su derrota en Siria e Irak, la
actual amenaza del terrorismo yihadista se mantiene con dos estilos de acción
claramente diferenciados: uno con la posibilidad de atentar dentro del
territorio del país que consideran enemigo; y el otro implantando su autoridad
y su Ley Islámica en determinadas
zonas del mundo. El primero busca desestabilizar aterrorizando a la población y
el segundo escudriñará siempre su expansión por aquellos territorios que
considere, le pudiesen resultar más asequibles y propicios para sus intereses,
como puede ser el Sahel en general, y más concretamente el caso de Mali,
prácticamente un Estado fallido en el inicio del conflicto.
En este contexto, la posibilidad de sufrir
atentados en el propio territorio se contrarresta con labores de Inteligencia y
la eficacia de unos Cuerpos de Seguridad del Estado competentes. Para una mayor
coordinación, España creó en 2014 el Centro de Inteligencia contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), dependiente del Ministerio del
Interior. Mientras que a los grupos terroristas implantados en un territorio se
les trata de aislar y neutralizar con un concepto en seguridad territorial que
se denomina frontera avanzada.
En el caso específico de España y en
relación a la posible amenaza terrorista procedente de Mali, su frontera
inmediata sería el Mar Mediterráneo y la siguiente serían Marruecos y Argelia,
a quienes a España le interesa tener como aliados, estrechando para ello las
líneas de colaboración en una gran variedad de sectores y, en especial, en
materia de seguridad y en la lucha contra el terrorismo.
Mantener buenos aliados significa realizar
inversiones económicas en su territorio, crear empleo y riqueza, compartir
programas de desarrollo, potenciar el bien común y, con todo ello, colaborar
lealmente para intentar desmontar riesgos procedentes del islamismo más
radical. Esto es lo que España viene haciendo con Marruecos desde hace tiempo.
De hecho, España se convirtió en 2012 en el primer socio comercial de
Marruecos, siendo además el primer destino africano y árabe de las
exportaciones españolas, con 20.000 empresas españolas operando en el país
magrebí. Y también, aunque en menor medida, con Argelia… España ha sido el
primer socio comercial argelino durante los últimos años, con un volumen de
intercambios superior a 15.000 millones de dólares, particularmente en el
sector energético.
Mantener estos dos países como “muro de
contención” es muy importante, pero resulta imprescindible complementar esta
estrategia debilitando al terrorismo yihadista en su propio territorio marcando
una especie de frontera, volviendo ahí al, ya mencionado, concepto de frontera avanzada.
Todo hace indicar que España está llamada
a asumir mayores responsabilidades militares y a representar un mayor
protagonismo en la región. Como se ha apuntado anteriormente, la cercanía
geográfica de la amenaza terrorista al territorio español justifica cualquier
incremento de su participación en el conflicto de Mali.
Además, España también debe de estar
alerta ante cualquier deriva o variación en el problema que pudiera resolverse
en un desplazamiento, de los grupos terroristas yihadistas y del crimen
organizado, hacia otra localización geográfica que les pudiera ofrecer mayores
oportunidades. En este caso el cambio de escenario más preocupante sería el de
un deslizamiento hacia el oeste, es decir, hacia Mauritania y el Sáhara
Occidental, ambos territorios muy poco poblados y con una longitud inabarcable
de costa en un lugar estratégico excepcional y a menos de un centenar de
kilómetros de las Islas Canarias.
Es posible que Francia proteja en el
conflicto de Mali sus intereses económicos y su influencia en la zona como
antigua potencia colonial en la región, pero España protege la seguridad de su
territorio nacional, además de evitar ser desbordada por la emigración
irregular, ser ruta del narcotráfico hacia el resto de Europa, etc. Junto al
aumento de su participación militar, España debe realizar una excelente labor
diplomática que favorezca su influencia en la zona y le sitúe en la mejor posición,
dentro del concierto internacional, a la hora de tomar decisiones. Al fin y al
cabo, es el país occidental que más se juega.
Ángel
Alonso
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