lunes, 5 de marzo de 2018

España en La Antártida


El pasado viernes 2 de marzo, sobre las seis de la tarde, fallecía el capitán de fragata Javier Montojo Salazar al caer accidentalmente desde la cubierta del Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) Hespérides, cuando navegaba en las proximidades de la Base Española Juan Carlos I, situada en la Isla Livingston, perteneciente al archipiélago de las Shetland del Sur, en la Península Antártica… No muy lejos de ella, en la Isla Decepción, se localiza el otro asentamiento estival español en el continente blanco, La Base Antártica Española Gabriel de Castilla




Javier Montojo participaba en la misión en calidad de científico y estaba al frente de una investigación referente al Proyecto Galileo, de la Unión Europea y de la Agencia Espacial Europea, cuyo objetivo es la creación y puesta en marcha de un sistema de posicionamiento global y de navegación por satélite, con el que Europa pretende dejar de depender del sistema de navegación GPS de Estados Unidos… Este desgraciado episodio del marino militar español ha marcado la actual Campaña Antártica y ha añadido una nueva y triste página al libro que recoge la relación de España con La Antártida.

La relación se remonta a marzo de 1603, cuando una flota integrada por tres barcos (Jesús María, Nuestra Señora de la Visitación y Nuestra Señora de las Mercedes), al mando del almirante de la Armada del Mar del Sur, el palentino Gabriel de Castilla, se posicionaba en las cercanías de las actuales Shetland del Sur, a “64º de latitud sur”, junto al continente antártico… Los tripulantes de aquella flota española, que había zarpado semanas atrás desde Valparaíso (Chile), se convirtieron en los primeros seres humanos en contemplar el paisaje helado de La Antártida y, seguramente, también en poner el pie en alguna de las islas de la Península Antártica.

Aquella flota llegó hasta allí empujada por una gran tormenta mientras cumplía con la misión de proteger las aguas chilenas y peruanas contra los piratas que, por entonces, azotaban las costas y los enclaves españoles de la vertiente sudamericana del océano Pacífico. Poco después, en abril del mismo año, las tres naves consiguieron regresar a sus puertos de partida… La falta de una documentación clara y contundente mantiene en duda el unánime reconocimiento internacional de Gabriel de Castilla como descubridor de La Antártida, a la que llegó y regresó para contarlo, ciento setenta años antes de que lo hiciera el inglés James Cook en 1773.




Para el siguiente capítulo reseñable, hay que avanzar hasta el mes de septiembre del año 1819, cuando las tres naves que integraban la denominada División del Mar del Sur, que había zarpado el 11 de mayo de Cádiz y cuyo destino era relevar al Comandante del Apostadero de El Callao (Perú), se adentran en el Mar de Drake, con la intención de doblar el tormentoso Cabo de Hornos… Aunque al principio la flota permaneció unida, se documenta que, debido al mal tiempo y las tormentas, el 2 de septiembre el San Telmo se separa definitivamente del convoy en la localización de “62º latitud sur – 70º longitud oeste”.

El San Telmo era un navío de 74 cañones, construido en los Astilleros de Esteiro de El Ferrol, en 1788, y en él viajaba el capitán de navío Rosendo Porlier, al mando de la División del Mar del Sur y relevo del Apostadero de El Callao, junto con 644 hombres a bordo… Lejos de naufragar, se cree que el San Telmo pudo llegar a las Shetland del Sur y su tripulación sobrevivir durante algún tiempo con la caza de focas… Al menos a esa conclusión llegaría el capitán Robert Fildes, de la expedición británica de William Smith y Edward Branfield, de 1820, quien describió los restos de un barco en la Isla del Rey Jorge del archipiélago de las Shetland del Sur, y que atribuyó al San Telmo

A esa misma conclusión también llegó el británico y famoso navegante antártico James Weddell, al recorrer aquellas aguas entre 1821 y 1822, y encontrar abundantes amontonamientos de huesos de foca… El caso es que, hoy en día, una placa conmemorativa situada en Playa Media Luna, Cabo Shirreff, Isla Livingston, Islas Shetland del Sur, recuerda “a los marineros, soldados y oficiales del San Telmo, naufragado en septiembre de 1819”, dejando abierta la posibilidad de que los miembros de aquella desdichada tripulación fuesen los primeros hombres en llegar a La Antártida…     



Base Antártica Española Juan Carlos I

Hay que esperar hasta 1986 para encontrar la primera declaración de intenciones de España de establecerse en La Antártida, cuando un grupo de científicos y militares consiguen asentarse e iniciar sus proyectos, con tan solo unas tiendas de campaña… Aquella sería la primera Campaña Antártica Española... En la actualidad se está realizando la XXXI.

El 8 de enero de 1988 España inaugura la Base Antártica Española Juan Carlos I y, ese mismo año, se convierte en miembro consultivo del Tratado Antártico. Situada a 40 metros de la costa y a 12 metros de altura, en la ladera del Monte Reina Sofía, en la península de Hurd, en la Isla Livingston (62º 39’ 46’’ sur – 60º 23’ 20’’ oeste), depende del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de su Unidad de Tecnología Marina (UTM).




Aunque la nueva Base será inaugurada formalmente en la próxima Campaña, durante la presente se está construyendo y ampliando las instalaciones, para conseguir llegar a los 2.000 metros cuadrados habitables, contar con 600 metros cuadrados de laboratorios, 1.500 metros cuadrados de almacenamiento y una capacidad de alojamiento de 52 personas. En la actualidad y hasta el 19 de marzo, cuando se eche el cierre a las instalaciones y se retorne a España, los miembros de la Base están trabajando en 16 proyectos de investigación que abarcan las más diversas disciplinas. 



Base Antártica Española Gabriel de Castilla

Situada a unas 20 millas náuticas de la Juan Carlos I, a casi unos 13.000 kilómetros de la Península Ibérica, sumida en un entorno blanco y gestionada por el Ejército de Tierra, se levanta la segunda Base Española en La Antártida, que recibe su nombre del almirante palentino que por primera vez navegara por aquellas latitudes, en 1603. Las instalaciones se levantan en medio de la orografía volcánica de la Isla Decepción, también perteneciente al archipiélago de las Shetland del Sur, en la Península Antártica (62º 58’ 38’’ sur – 60º 40’ 33’’ oeste). Cada verano austral allí se desarrolla la operación internacional, en activo, más antigua de las Fuerzas Armadas españolas.

Instalada dentro de la bahía del cráter inundado de un volcán, todavía en activo, a la que se accede desde mar abierto por los llamados, Fuelles de Neptuno, la actual Gabriel de Castilla poco o nada tiene que ver con sus inicios, en tiendas de campaña y un precario primer refugio, durante la Campaña de 1989 - 1990. Prácticamente treinta años después, la Base es una moderna y completa instalación científica que cuenta con las certificaciones más exigentes para la protección del Medio Ambiente y que, además, durante la presente Campaña ha visto ampliadas sus instalaciones con un nuevo módulo de almacenamiento.

La Gabriel de Castilla se abrió el pasado 1 de enero y permanecerá abierta hasta el 19 de marzo, fecha en que su personal, al igual que el de la Juan Carlos I, iniciará su retorno a España. Durante la presente XXXI Campaña Antártica, los trece militares españoles y los catorce científicos civiles, de cuatro nacionalidades, que integran el personal de la Base, están trabajando en siete proyectos científicos y ocho proyectos militares de temática muy variada, como pueden ser la investigación en infraestructuras, telecomunicaciones, medicina, geología, etc. Para poder realizar su labor, ambas Bases están apoyadas desde 1991 por el Hespérides, perteneciente a la Armada Española.




En el cumplimiento de los acuerdos recogidos en el Tratado Antártico y sus protocolos, suscritos por España ante la Comunidad Internacional, los objetivos y misiones de las dos Bases se pueden resumir principalmente en dos puntos:

1.- El mantenimiento de la presencia española en el territorio antártico para velar por el estricto cumplimento y respeto a la legislación internacional relativa a La Antártida.

2.- El desarrollo de proyectos de investigación científica y experimentación, de interés para España y sus Fuerzas Armadas, y también para el resto de la Comunidad Internacional.




Circunnavegación Antártida 2018 - 2019

Además de retos deportivos y de divulgación, realizados durante las últimas décadas por diferentes equipos e instituciones, como por ejemplo el Equipo Militar de Alta Montaña del Ejército de Tierra y el equipo de Televisión Española Al Filo de lo Imposible, es de destacar el papel realizado por el explorador polar madrileño, Ramón Larramendi quien, con su Proyecto Trineo de Viento, ha realizado ya dos importantes expediciones a La Antártida, llegando al conocido como Polo Sur de Inaccesibilidad en 2005 y Polo Sur Geográfico en 2012, con un vehículo no contaminante, construido al modo tradicional de los nativos del Ártico (inuit), e impulsado por la fuerza del viento a través de cometas, con las que se controla y dirige el vehículo que, además de servir de transporte y vivienda, también es utilizado como base científica móvil.

Por estas fechas Ramón Larramendi se encuentra ultimando una nueva expedición, que daría comienzo durante el próximo otoño, con la que pretende realizar un recorrido circular de 7.000 kilómetros y de aproximadamente 100 días, por el interior de La Antártida, con un trineo de dos toneladas de peso, construido en cuatro módulos, con una longitud total de trece metros y cuatro de ancho, también impulsado por el viento, mediante cometas sujetas a la estructura y controladas mediante poleas.




Al objeto de que el vehículo se mantenga en movimiento durante las 24 horas del día, la expedición estará integrada por seis tripulantes, cuatro técnicos y dos científicos, que se irán turnando en la gobernación del trineo, cuando las condiciones meteorológicas lo permitan.

Sea como fuere, desde el descubrimiento de su existencia y con mayor o menor participación o actividad, España ha estado ligada a La Antártida, aportando en cada momento los medios de los que disponía, pero nunca escatimando sus responsabilidades para su protección y conservación para el futuro. Desde Gabriel de Castilla a Ramón Larramendi, la contribución española ha sido, es y será un elemento importante para el conocimiento del continente más austral del planeta… Al menos mientras el viento sople y España siga proporcionando personajes capaces de dar lo mejor de sí mismos, internándose en el reino del hielo

Ángel Alonso





Este reportaje está dedicado a la memoria de Javier Montojo Salazar (DEP) y de los exploradores y científicos de todos los tiempos que, con su esfuerzo y sacrificio, han dado a conocer La Antártida y contribuido a su conservación.


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